¿Alan vuelve?
Alan García es un viejo caballo que le gusta tener a sus rivales delante, antes de la recta final, para luego empezar a galopar con tranco largo y terminar ganando por una nariz. Ni en la peor de las pesadillas pensé que en pleno 2006 Alan estaría todavía vigente, peleando –palmo a palmo– su pase a la segunda vuelta.
Parece increíble que los peruanos volvamos a confiar en García Pérez, quien en su gobierno hizo que el Perú (1985-1990) tocase fondo. Para muchos, Alan fue el peor presidente que ha tenido la historia del Perú. Sin embargo, al final de su gobierno, el candidato aprista Luis Alva Castro obtuvo un respaldo popular todavía importante (15% aproximadamente), muy por encima del que obtuvo Acción Popular al culminar el mandato de Belaúnde o el actual de Perú Posible. Ello pone en evidencia que el Apra es un partido de masas y siempre ha sabido manejarlas a su antojo.
García es camaleónico, zorro, cuajado en innumerables batallas y, como los gatos, ha sabido caer siempre de pie. Pero su principal virtud en esta campaña electoral ha sido la falta de tino de sus rivales políticos; en especial, Lourdes Flores.
En una pelea de box, si uno de los contendientes abre una herida al otro, el siguiente golpe irá, indefectiblemente, a la herida abierta. La carrera presidencial, quiéranlo o no, es una auténtica pelea de box, en donde hay que saber golpear al rival. Lourdes y Ollanta han estado pegando a Alan en una vieja herida ya cicatrizada y callosa. Jamás afectará a García el recuerdo de 1985. La ceguera de sus rivales ha impedido ver el verdadero punto débil de Alan, una herida abierta y sangrante: el mismísimo Partido Aprista Peruano.
Me explico. No hace falta ser un gran estadístico para analizar cuántas presidencias regionales y alcaldías están gobernadas por apristas. No hace falta ser un gran analista para ver cómo ha ido la gestión de cada una de ellas. No hace falta ser un gran futurólogo para darse cuenta de que la mayoría de esas gestiones deja mucho, muchísimo, que desear. Punto débil evidente.
Lourdes boxeó mal, no ha visto la herida mortal de Alan: sus propios seguidores. No en el lejano siglo XX, sino hoy, ahora. Sin ir muy lejos, es paradójico que en Piura, con presidente y alcaldes apristas, cuya gestión conocemos muy bien, haya ganado el Apra por tan amplio margen.
Pero Alan también ha hecho lo suyo y tiene un gran mérito: poseer el sitial de expectativa que tiene en estos momentos. Al añadir, a su capacidad oratoria, propuestas muy concretas... y muy populistas, ha dado en el clavo.
Veamos: Libre desafiliación de las AFP, jornada laboral de 8 horas, desaparición de los services, reducción del SOAT y de las tarifas de agua, luz y teléfono. Por supuesto, no dice cómo va a lograrlo, pero eso a la gente no le importa. Mientras García ametralla sus propuestas una y otra vez, ellos siguen soñando con el dinero que van a ahorrar; y así, “el candidato del pueblo” va sumando puntos, uno a uno, sin retroceder un palmo.
Además, García tiene una gran capacidad de demoler a sus rivales más cercanos. Esto lo logra junto con sus escuderos de siempre y todo el know how de un partido que a lo largo de su historia se ha especializado en los golpes bajos. Si continuamos, la figura del boxeo, Alan es un experto en golpear debajo. Y es que usa su lengua tanto para encandilar como para destruir; y cuando destruye, no se fija en detalles como el decir la verdad y exagera a su antojo: Lourdes, “Candidata de los ricos, ha hecho una campaña multimillonaria” (El presupuesto del Apra en esta campaña, ha superado al de Unidad Nacional); Humala, “Va a fusilar, a degollar a todo el mundo”(Lo de fusilar no lo dijo el mismo Ollanta, pero ¿degollar?, ni siquiera Antauro diría esa palabra).
En fin, Alan ha sabido jugar su juego, siempre lo ha hecho así y le ha ido bien. Los que lo han subestimado, ahora se están comiendo las uñas. Alan vuelve, pero no devuelve; y si pasa, Humala se enfrentará a un temible rival en segunda vuelta.