6/30/2006

Karp y la cortina de humo.

Nos encanta el ruido, la coyuntura y las peleas de callejón. Los medios de comunicación responden a esta “necesidad” dándonos en la yema del gusto. Es lógico, es más fácil contar los líos que pensar sobre los hechos. El insulto sale más rápido que la reflexión y, lo urgente, siempre se come a lo importante con sal y pimienta.

Esta semana a Eliane Karp le bastó decir un par de deslenguadas frases para ser la comidilla y estar en boca de todo el mundo. En su diatriba, cayó en contradicciones. Como le pasa a toda persona colérica, su inflamada ira termina traicionándola. Eso de ponerse a criticar a Alan por estar en París en la época de Fujimori; para después decir, suelta de huesos, que lo primero que hará después del 28 de julio es irse a la ciudad luz, es de locos.

Pero esto es lo de menos. El problema de fondo es que estamos atentos a estos golpes bajos y nos olvidamos de reflexionar sobre los temas importantes. Ni nos va ni nos viene que la señora de Toledo viaje a París, o que haya dicho a los apristas perritos rabiosos y a Kauffman, imbécil.

Lo que si nos va y nos viene y que puede afectar, en mayor o menor medida, a nuestros bolsillos el día de mañana, es la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Gracias a la deslenguada Karp hemos sabido muy poco de su aprobación en el Congreso, entre gallos y medianoche.

Cualquiera creería que la ira de Karp fue una excelente cortina de humo para que la atención de la opinión pública se desvíe hacia este lío de comadres, mientras el TLC se firmaba tranquilamente. A pesar de esto, no estoy en contra de su aprobación. Muy por el contrario, es muy positivo todo lo que lleve a una mayor apertura de mercados, no sólo hacia EEUU, sino también hacia Europa, Asia y todos los países donde encontremos potenciales mercados. Es cierto que algunos sectores se verán desfavorecidos con la firma del TLC, pero eso ayudará también a que sean mucho más competitivos. Es bien sabido que el hombre mejora en las dificultades. A las empresas, les pasa lo mismo.

Además, la firma del TLC es lo mejor que ha hecho este Congreso en sus 5 años. Sin embargo, lo que realmente molesta es la forma cómo se ha aprobado. En una noche fugaz, con esta cortina de humo, como si fuera algo propio de mafiosos o un Tratado en el que sólo se beneficiará una pequeña elite económica. Y es que la forma también cuenta, y un tema tan importante como el TLC merecía un debate mucho más largo y ponderado y no un caballazo improvisado de última hora.

Pero así fue y, afortunadamente, la reacción de la gente no ha sido negativa, salvo los grupos de izquierda, de siempre y los que quedan del partido de la olla. A los demás nos agarraron desprevenidos, gracias a Eliane. Felizmente, en menos de un mes, no la veremos más.

6/23/2006

Chau Cholo, te voy a extrañar

En los últimos días hay como un optimismo desmesurado con la victoria de Alan García en las elecciones presidenciales. El fantasma de Humala ha producido que muchos analistas vean sólo las virtudes y no los defectos del virtual mandatario. Como si el recuerdo del quinquenio 85-90 no sea más que un simple traspié de un hombre destinado a llevarnos hasta el desarrollo como Nación. Permítanme discrepar. No me trago esas imágenes candelejonas e ingenuotas de quien será nuestro próximo presidente.

Y ahora ha empezado a ejercer sin haberse puesto todavía la banda. No importa. Sólo que esa famosa cruzada del ahorro del gasto público ya me está empezando a cansar. Como si fuera el problema más grave por resolver. Además, como habíamos mencionado en un análisis anterior, este afán de recortar sueldos y planillas puede llevar a una fuga de talentos en la administración pública. Y ya sabemos todos quiénes llenarán ese vacío.

Por otro lado, nuestro inefable Alejandro Toledo está disfrutando de un efímero aumento de popularidad, por lo menos así lo dicen las encuestas limeñas. Yo también me apunto, Cholo, y te digo que no te vayas. Y es que Toledo como presidente ha tenido una única virtud: Ha sabido delegar el manejo económico del país en manos de auténticos profesionales. Con eso ya tiene su cuarto de página asegurada en la Historia del Perú. Y si el actual Congreso aprueba el TLC, puede pasar a ser media página.

Nunca el Perú ha crecido de manera tan estable que en el último quinquenio. Las exportaciones también han alcanzado picos históricos, el riesgo-país es bajo, el dólar permanece estable, etc. ¿Mérito de Toledo? Mérito más bien de los hombres que escogió para un manejo económico y de que no haya metido su cuchara en temas esenciales.

Había una frase de Toledo cuando estaba en campaña, allá por el 2001, que me hacía temblar: "Soy economista. Yo me encargaré personalmente del manejo económico". Felizmente esto nunca sucedió.

Por otro lado la situación nacional y global ha sido muy favorable a su gobierno. No hubo terrorismo, ni crisis asiática, ni Fenómeno de El Niño... Pruebas en las que probablemente habría fracasado, nunca sucedieron. Las crisis más graves que enfrentó –delegando en otros– fueron la intentona de privatización de la empresa de electricidad en Arequipa, Ilave y la escaramuza de Antauro Humala. Punto. El resto corrió con la suficiente tranquilidad como para tomarse buenas vacaciones en Punta Sal o en París.

Claro que en lo demás Toledo sale jalado. En su gobierno no ha hecho más que saltar de escándalo en escándalo, lleno de excesos, asesores, disparos al pie, Eliane, sus sobrinos, hermanos, tíos. Todo ello junto con su bajísima popularidad hasta el respiro que se le da hoy. Lo sorprendente es que, a pesar de todo este ruido político, las cifras hayan subido de una manera tan estable. ¿Estaremos los peruanos trabajando y produciendo independientemente de lo que hagan los políticos? Ojala fuese así.

Pero hay otra gran virtud en nuestro saliente presidente: No se quiso reelegir. Tal vez por temor a un fracaso. No importa, eso vale. Y se ha notado en estas elecciones, a pesar de los resultados obtenidos, poca intromisión del aparato estatal y de la farra fiscal. Quizás por eso algunos te pedimos que te quedes, Cholo, porque sabemos que de todas maneras te vas a ir.

6/13/2006

Chistes

Ahora que vuelve Alan, ¿volverán con él los chistes contra toda su camada? Hace tiempo que no escucho una de Jorgito, por ejemplo.

Justo me han contado uno viejo, pero que no lo había oído antes.
En la oficina de los Record Guiness sale Blanca Nieves contentísima.
- Sigo siendo la más bella del mundo.
Acto seguido, sale Pulgarcito, saltando de alegría.
- Sigo siendo el más pequeño del mundo.
Pasa un rato y sale Alí Babá echando espuma por la boca de la rabia. Los 40 ladrones estaban afuera esperando, sorprendidos. Alí Babá los miró y dijo:
- ¿Quién es ese Alan García?

Ojalá no sea un augurio de los tiempos por venir.

6/12/2006

Gracias, Hugo Chávez

“Nadie se acuerda de los segundos puestos”. Esta sentencia demoledora la dijo Sergio Markarian, después de perder la final de la Copa Libertadores de 1997 con Sporting Cristal. Quizás el autor de la frase “lo importante es participar” nunca jugó al fútbol y mucho menos se metió en política.

¿Ollanta qué? poco a poco está siendo abandonado. Lo abandona el dinero, sus asesores izquierdistas y su partido prestado. Difícilmente podrá comandar ese “Frente nacionalista” del que tanto habla, mucho menos cuando el mismo nombre ya ha fracasado en otras oportunidades. Sino pregunten a Vargas Llosa con su Frente democrático, o al mismo Valentín Paniagua con su escuálido Frente de centro.

Lo que Humala debería hacer es pelear por una presidencia regional en las próximas elecciones. Tal vez, en algún lugar del sur del país, donde tanto lo quieren. Quizás en el Cusco pueda renacer de sus cenizas, si es que trabaja tan bien como corre.

Pero en este partido de fútbol llamado segunda vuelta el ganador no lo ha hecho por méritos propios, tampoco por defectos del rival, sino por un hincha tramposo, loco y gritón que se metió en la cancha distrayendo la atención de todos: Hugo Chávez.

Y es que el presidente de Venezuela hizo una cosa de lo más inoportuna: meter su cuchara – y de qué manera – en un plato que no era suyo. Alan García, viejo zorro, no perdió la oportunidad y empezó el contraataque, uniendo al Perú contra el enemigo común. Ollanta, por su parte, no fue lo suficientemente fuerte como para rechazar de plano las injerencias chavistas. Se veía claramente que eran socios.

Gracias, Huguito parece que debe decirle el virtual presidente. Y más aún ahora que las aguas se han calmado, cuando García no duda en declarar que pueden mejorar las relaciones con Venezuela y le tiende la mano generosa. “En la política no hay que ser ingenuos”, repetía y se nota claramente esa habilidad que roza con lo maquiavélico.

Pero ahora, cabe preguntarse ¿qué es lo que nos espera en este quinquenio?; por lo pronto, García ha dado una señal positiva al presentar su plan económico al actual Ministro de Economía y obtener su aprobación. Por lo menos en lo macroeconómico iremos bien.

Sin embargo hay otros puntos clave que no podemos dejar de mencionar y que serían verdaderamente catastróficos si se produjeran. El primero es el apetito desatado en las huestes apristas con la victoria. Los partidarios de la estrella han empezado a formar asociaciones de trabajadores, con el fin de obtener un buen pedazo de ese pastel llamado administración pública. Mauricio Mulder ha tenido que frenar tanta angurria de sus compañeros declarando que no habrá “carnetazos”. Pero todos sabemos que cuando el río suena... Y está sonando como en el 85.

El segundo punto negativo es la propuesta aprista –señalada en su plan de gobierno– de reducir el sueldo presidencial al tope de 20 salarios mínimos vitales. Si uno hace un cálculo rápido serían aproximadamente 15 mil soles mensuales. Una cantidad nada despreciable para alguien que pelea día a día por llevar un pan a su casa, pero que no es suficiente para un gerente de primera línea en cualquier empresa privada de la capital.
En cualquier sucursal de las multinacionales en el Perú, sus directivos ganan muchísimo más que eso. El Presidente de una Nación tiene, obviamente, muchas más responsabilidades; por tanto, merece un mejor sueldo, aunque no sea una medida muy populista que digamos. Además, el problema principal radica en que el salario del Jefe de Estado marca el tope de los sueldos que se ganan en la administración pública. Esto supondría que los sueldos bajarían a niveles suficientes para que la gente más inteligente y trabajadora en los puestos públicos busquen mejores horizontes laborales en el sector privado, lo que dejaría la mesa servida a los angurrientos compañeros apristas.

Dejando de lado estos peligros latentes, sigue presente la gran duda de qué pasará con los perdedores de este mundial político, si Lourdes, Valentín, o el mismo Ollanta desaparecerán de la vida política. Después de ver al peor presidente de la historia del Perú volver a gobernar como si nada hubiese pasado, vemos que en nuestra fauna política todo puede pasar. En el Perú los cadáveres políticos resucitan, vuelven reciclados, porque aquí, Señor Markarian, sí nos acordamos de los segundos puestos.

6/02/2006

La maldición de Victor Andrés

El gran peruanista Víctor Andrés Belaunde decía que en el relato bíblico del Génesis había dos maldiciones divinas: una explícita, que todos conocemos (trabajarás con el sudor de tu frente, parirás a tus hijos con dolor, etc.) y otra implícita –no mencionada en el texto– “se gobernarán entre ustedes”. Ahora, ya a puertas de la segunda vuelta, la maldición se siente con mucha más fuerza. No hay duda de que cada pueblo tiene el gobernante que se merece.

En el Perú actualmente no vale el refrán “en el país de los ciegos, el tuerto es rey” ¡Ya quisiéramos que el candidato más capacitado, el de mejores propuestas sea el que nos gobernase! y no el que más ataca, el que mete más golpes bajos, más pataditas, o el que más dinero (nacional o extranjero, chico) tenga para solventar su campaña.

¿Qué es lo que nos pasa a los peruanos? ¿Por qué siempre estamos en la disyuntiva de elegir entre dos malos? La respuesta puede deberse a los tipos de electores que tenemos, sumidos en la ignorancia, el desinterés y el egoísmo. El primero de ellos son los "coyunturales", un buen porcentaje de la población, cuyo índice de comprensión de lectura es bajísimo y que son el fruto de una educación paupérrima. Son los que no se fijan en las propuestasm sino en el baile, los gritos, los ataques... todo lo que conforma la llamada coyuntura. Son los que les encanta tirar huevos podridos al candidato rival, que gozan con los ayayeros con bombo en los mítines, que les encanta disfrazar de incas –o de lo que sea– a sus candidatos. ¿Propuestas? no les interesa. Sólo pan y circo. Ellos serán los primeros en bajarse al ídolo falso que crearon, una vez que esté en el gobierno, para luego crear otro peor dentro de 5 años.

Luego están los "apáticos". Pertenecen a un sector de la población que si bien tiene un nivel de educación, no se preocupa realmente de la llamada cosa pública. Son los que tienen grado universitario y ni siquiera se han tomado la molestia de leer los planes de gobierno ¿Sabían que Ollanta plantea la eliminación de todo tipo de reelección: presidencial, parlamentaria, de alcaldes y regidores, de presidentes y consejeros regionales? ¿O que Alan plantea que la función del Primer Ministro sea la de un Jefe de Gobierno? Pues todo esto, que no se ha dicho en la campaña, está en los planes de gobierno.

Pero a los "apáticos" no les interesa. Les basta estar informados viendo cómodamente sentados en la televisión a Jaime Bayly, para enterarse cuál candidato fue a una casa de citas o para reírse de la última gorilada de Chávez. Son los que cambiaron de canal cuando hubo el debate y simplemente ni se enteraron que hubo un debate técnico a la semana siguiente. En fin, son los que más protestan cuando un gobierno no funciona, pero son los últimos en darse cuenta de que en sus manos está el destino de los próximos 5 años de su país.

Finalmente, tenemos a los "interesados". Son los que buscan y votan por el candidato que los va a beneficiar de alguna manera a ellos, y sólo a ellos, independientemente de que las medidas que se tomen sean o no provechosas para el resto. Y salen los agricultores a presionar; los mineros, a presionar; los empresarios, a presionar; los de construcción civil, a presionar; los transportistas, los asalariados, los independientes, los desempleados, los mototaxistas, los taxistas, los ambulantes, los del TLC y los anti-TLC. Todos presionan. Y se visten del color de la camiseta que más les convenga. ¡Qué me importa que los demás salgan perjudicados, si yo gano! parecen decir.

Llevado a un plano más personal, esto es lo que también nos pasa a cada uno de nosotros y seguramente este domingo marcaremos el símbolo que más nos convenga. Parece ser que el instinto de conservación ha llegado hasta la magnitud de convertirse en la norma última de nuestra conciencia. No importa el bien común, sino sacar el máximo provecho de la situación. Esto, que es como el pan de cada día, es lo mismo que piensan la mayor parte de la clase política actual y probablemente la futura. Nos estamos convirtiendo en políticos chiquitos, solo que no tenemos nuestro escaño.

"Tendrán que gobernarse entre ustedes", sale a tallar de nuevo la maldición implícita. Pero, don Victor Andrés, yo no creo en maldiciones. Y tampoco nos hacen falta. Nosotros las malogramos sin ayuda de nadie, y este domingo, seguramente, no escogeremos ni siquiera al mal menor.