4/26/2006

El regreso de los muertos vivientes

Ya casi está definido el pase a la segunda vuelta de Alan García. Lourdes Flores aún no admite su derrota para que sus personeros no desfallezcan y sigan luchando por los votos de los congresistas de Unidad Nacional, cuyos resultados se encuentran todavía a un poco más del 50% del escrutinio. Era claro que Lourdes no pasaba, desde que Alan mandó a sus partidarios a que dejen de impugnar las actas del extranjero. En esta guerra de matemáticas el Apra ha ganado –con ventaja– a Lourdes y al conteo rápido de las encuestadoras. Si los apristas manejaran la economía con la misma eficacia con la que cuentan los votos, no deberíamos preocuparnos por el fantasma de su desastroso primer gobierno.

Sin embargo, el gran ganador de esta primera vuelta no es Humala ni García. El gran ganador de esta primera vuelta se encuentra encarcelado en Chile, esperando su extradición: Alberto Kenya Fujimori Fujimori. Son, aproximadamente, 15 congresistas electos provenientes del fujimorismo, lo que les convertirá en una fuerza minoritaria pero importante en el próximo Congreso. Además, su partido obtuvo un porcentaje de votos bastante atractivo que bien podría definir al ganador de la segunda vuelta. Más allá de eso, su estrategia tiene un solo objetivo: la liberación de su líder.

No hace falta efectuar un análisis muy minucioso para darse cuenta de que el fujimorismo tenía un importante voto oculto. Aunque en las elecciones presidenciales no les ha ido muy bien, la lista al congreso ha obtenido un importante respaldo de la población. Uno de los motivos de su renacimiento es que sus electores se contentan con muy poco y no les importa mucho cuánto haya robado Fujimori o el número de ceros a la derecha que pudiera tener en sus cuentas bancarias (hasta ahora no descubiertas), o sus violaciones a los derechos humanos (todavía no juzgadas ni aclaradas), con tal de que haya hecho lo que hizo durante la década de los noventa: sacarnos del abismo económico del gobierno de Alan, combatir el terrorismo, lograr la paz con Ecuador, la construcción de colegios y carreteras, etc. En resumidas cuentas, el clamor popular siempre ha sido: "no importa que robes, pero haz algo" y, según esa ‘lógica’, Fujimori hizo lo suficiente para que sea retribuido de esta manera en las urnas.

Un segundo motivo podría ser el poco tino que el gobierno mostró cuando lo quiso extraditar, primero de Japón y luego de Chile. Después del escándalo de los vladivideos, se desató una auténtica caza de brujas contra funcionarios del régimen fujimorista. Todos habían sido acusados de algo –no sin razón– pero se notaba –y se nota– un interés y afán por obtener réditos políticos. Además, lo que debería ser un proceso técnico y bien llevado por el Poder Judicial, se convirtió en un auténtico circo, en donde las comisiones legislativas, dirigidas por el FIM, llevaron la voz cantante sin obtener ningún resultado positivo y concreto hasta el momento. Esto ha creado una sensación de persecución política, en donde fácilmente Fujimori aparece como víctima y, con ello, su imagen se fortalece en los sectores descontentos con el actual régimen.

Así como la exagerada persecución fujimorista de los noventa hizo que luego apareciera Alan García como víctima, el acoso de Perú Posible y el FIM han logrado que Fujimori se convierta en lo mismo. No me queda ninguna duda de que el Fujimori perseguido y ahora encerrado ha conseguido más votos que si hubiera estado en libertad.

Finalmente, el viaje de Fujimori a Chile fue una estrategia que, si bien no le ha funcionado del todo, ha sido como un reactivo que ha hecho salir de su tumba a todos los muertos vivientes y los ha llevado a organizarse muy bien. Primero con la idea –falsa, por supuesto– de que iba a volver, luego con esta postulación a las elecciones y el resultado que todos conocemos.

Imagínense si la propuesta de Alianza para el Futuro hubiese sido más ambiciosa. Es decir, una candidatura a la presidencia más representativa, con una plataforma más seria y una propuesta de extradición que se atenga a la justicia de los hechos; probablemente no estaríamos hablando ahora de una segunda vuelta entre Alan y Humala. Los polos naranjas, los bailecitos ridículos y una gordita cantante le han bastado a los fujimoristas para copar, al menos, el 12 % del Congreso. Y con ello, están chinos de risa.