7/26/2006

Los bomberos

Se han puesto su casco, se enfundan su traje rojo y las botas altas. Ya preparan la manguera, pero en vez de agua la han llenado de gasolina. Son los bomberos apristas, nuestros futuros gobernantes que ya empiezan a detectar bombas de tiempo y poner parches improvisados antes de que salga el chupo.

En las últimas semanas han puesto el grito en el cielo por las condiciones de gobierno que les ha dejado Alejandro Toledo. Y es verdad que hay problemas graves y urgentes por resolver, como la situación de extrema pobreza del Sur del país, pero no podemos caer en la demagogia de buscar bombas de tiempo donde no las hay. Muchas de las acusaciones de los bomberos apristas no tienen fundamento.

Además, en los últimos 30 años, ningún gobierno ha dejado tanto para el siguiente. No es que sea muy partidario de Toledo, pero nunca antes la casa ha estado tan limpia y en orden. Ya hemos comentado en artículos pasados las cifras macro que deja este gobierno y no están nada mal. Además, con la firma del TLC y su futura ratificación por el Congreso de los EEUU el actual gobierno está librando al futuro del descontento de algunos sectores. Siempre la política de los hechos consumados funciona bien.

Aún si hubiese una situación insostenible, como lo dicen los apristas... ¿Es que eso ya no se sabía? ¿Por qué se quejan ahora? Las reglas de juego están claras. Si no les gusta, mejor no se hubieran postulado a las elecciones. Le harían un favor al país.

¿O es que Alan no se acuerda de las numerosas bombas de tiempo que dejó en su primer gobierno? ¿El Alan versión 2006 aceptaría tomar la posta del Alan 85-90? Tal como reacciona actualmente, lo dudamos mucho.

Pero los bomberos apristas tienen muy mala memoria –peor que la del promedio de los peruanos– y rememoran con añoranza su glorioso quinquenio. Una época dorada donde todos tenían trabajo con sólo presentar su carné y no hacían nada; donde todos eran millonarios, porque ganaban millones de Intis; donde éramos los primeros en el mundo, porque nadie nos ganaba en inflación; donde sus hijos crecían sanos y fuertes tomando leche Enci y pan popular en los Mercados del Pueblo.

Una época donde había más cenas románticas a la luz de las velas, porque no existía electricidad. Donde la gente se acercaba más, porque no tenía teléfono. Un quinquenio en el que había más calor humano, por los Enatru apretados; unos años donde nuestra gastronomía nacional elaboró deliciosos platillos gracias al aceite de palma; donde había justicia social con los juicios populares de Sendero Luminoso; donde nuestras cárceles tenían cómodos túneles para escapar; en fin, sueñan los bomberos, una época que dejó una huella imborrable en nuestros corazones.

¡Qué incendios políticos!¡Cuánto caos!¿Bombas de tiempo? las de mi época. El Perú, gracias a los ímpetus juveniles de nuestro futuro presidente, simplemente estaba en pedazos en 1990, no podía sostenerse de pie. El Perú de aquella época era un país azotado por el terrorismo, sin un dólar en reservas internacionales, desconectado totalmente con la comunidad financiera internacional, con una inflación galopante, un país quebrado. Esas son verdaderas bombas de tiempo. Y ni siquiera he mencionado los numerosos hechos de corrupción, las coimas nuestras de cada día, la vara y los tarjetazos. No se pueden quejar, estimados bomberos, de lo que nos deja Toledo en comparación. No quiero pensar en las bombas que ellos nos dejarán en el 2011.